¿Por qué me importa tanto ayudarte?
La historia de Jane y Adam
Mi mejor amiga Jane pensó que su mundo entero había terminado cuando su esposo Adam llegó a casa una noche y le pidió el divorcio, diciéndole que todo había terminado y que nada podía hacer que cambiara de opinión. Ella se quedó atónita, lloró, pidió una explicación, pero ninguna respuesta que recibió realmente tenía sentido. Aparentemente, Adam había sido infeliz durante un tiempo.
Trabajaba muchas horas, siempre llegaba a casa cansado, estaba harto de la monotonía de su vida y se sentía limitado por las expectativas de su esposa y su familia.
Jane estaba devastada. Llevaban 14 años casados, habían criado a dos hijos y pensaban que las cosas estaban bien. Claro, las cosas habían sido difíciles en los primeros años con dos niños pequeños, ingresos limitados y una hipoteca que pagar, pero habían superado todo eso.
Jane había conseguido un trabajo a tiempo parcial en los últimos años que ayudó con las cuentas, los niños se estaban volviendo cada vez menos dependientes, y Jane estaba deseando los próximos años y lo que traería. Había discusiones ocasionales sobre cuánto tiempo pasaba Adam en el trabajo y cuánto ayudaba en casa.
Jane siempre estaba cansada con los niños y limpiando después de ellos todas las noches, pero pensaba que todas las parejas tenían momentos así y nunca le dio más importancia. No tenían mucho tiempo para ellos, pero eso era a menudo el caso de ser padres.
Pero nada la preparó para la bomba que Adam le soltó. Esa conversación le dio un vuelco a su mundo. Todo fue un borrón después de eso. Llorosa, confusa y adormecida.
Los siguientes días fueron un infierno. Cada momento de vigilia estaba consumido por el miedo enfermizo de lo que iba a pasar después. Nunca se había sentido tan mal, nunca se había sentido tan rechazada, tan poco amada y tan sola. ¿Iba a perder la casa? ¿Dónde viviría?
¿Cómo tendría suficiente dinero para mantenerse? ¿Cómo se lo diría a sus padres ancianos? Sabía que casi los destruiría.> ¿Cómo se lo diría a los niños? ¿Cómo soportaría la humillación, las miradas y los chismes de los otros padres en la escuela, sus amigos?
Sería una mentira decir que Jane no pensó en suicidarse en esas primeras semanas. No podía dormir, no podía comer, cuando intentaba comer, quería vomitar.
Su piel estaba horrible, su tez demacrada. Era un verdadero desastre. Su corazón estaba roto y se sentía totalmente derrotada. Quería que terminara.
Se puso en contacto conmigo en medio de una llamada telefónica llena de lágrimas, diciéndome que no tenía fuerzas para seguir adelante con esto. La tomé bajo mi protección y empecé desde el principio, compartiendo con ella y enseñándole todo lo que sabía sobre cómo salvar un matrimonio.
Poco a poco, Jane mejoró. Se hizo más fuerte. Recuperó algo de su antigua chispa. Empezó a pensar con claridad y evitó su primer instinto de rogar, culpar o ser una víctima. Usando mi guía y consejo, aprendió todos los pasos esenciales sobre cómo salvar su matrimonio. Podría haberse dado la vuelta y dejar que esto la derrotara... pero no lo hizo. Jane no quería renunciar y ser otra estadística de divorcio, sin importar lo desesperado que pareciera al principio. Se debía a sí misma y a sus hijos algo mejor. Aplicó los pasos y las estrategias que le di y empezó a recuperar a su marido haciendo cosas que al principio parecían contraintuitivas.
Paso a paso, día a día, hubo un pequeño avance. Aprendió mucho sobre sí misma y las cosas tangibles que podía hacer en esas primeras semanas, incluso cuando su marido no respondía. Fue un cambio total en la forma en que lo habría abordado, pero funcionó. Poco a poco, Jane empezó a usar mis técnicas para dejar de lado la ira y la frustración y empezó a comunicarse de una manera que nunca antes había hecho. Poco a poco, las barreras se fueron derribando y empezaron a hablar, realmente hablar, y las compuertas se abrieron. No más miedo, no más mentiras, no más expectativas tácitas. Sin que ninguno de los dos lo supiera, fueron capaces de encontrar un camino a seguir y reconectarse, ¡y su matrimonio ahora es mejor que nunca!
Jane y su marido aparecieron en una fiesta mía hace poco y no podía creer la diferencia...
en sólo unos meses desde esa conversación devastadora, ahí estaban, totalmente enamorados, de la mano, riéndose y sonriéndose el uno al otro, mirándose con energía y amor renovados... ¡como una pareja de luna de miel! Al verlos, nunca creerías que habían estado a las puertas del infierno hace sólo unos meses... ¡pero los resultados hablan por sí solos!